jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Cómo sobrellevar la muerte de uno de mis padres?


“Cuando mi madre murió, me sentí totalmente perdida y vacía. Ella era la que mantenía unida a la familia.” (Karina)


  POCAS cosas en la vida te afectarán tanto como la muerte de uno de tus padres. Además del profundo dolor de haberte quedado huérfano, te ves cara a cara con un futuro muy distinto del que te habías imaginado.

   Seguramente esperabas que tus queridos padres compartieran tu felicidad en fechas tan importantes como la de tu graduación o la de tu boda. Pero esos sueños se han derrumbado y te sientes triste, frustrado y airado. ¿Cómo puedes afrontar el aluvión de sentimientos que te inundan tras semejante pérdida?
“¿Es normal que me sienta así?”

   Al enterarte de que se ha muerto tu padre o tu madre, puede que te embarguen sentimientos que jamás hayas experimentado. Bernardo, que solo tenía 13 años cuando su padre falleció de un ataque al corazón, dice: “Lo único que pudimos hacer aquella noche fue llorar y abrazarnos”. Natalia tenía 10 años cuando su padre murió de cáncer. “No sabía cómo reaccionar —recuerda—. No sentía nada, ninguna emoción.”

   Cada persona reacciona de una manera diferente. Como bien dice la Biblia, “cada cual [tiene] su propia plaga y su propio dolor” (2 Crónicas 6:29). Con esto presente, reflexiona unos momentos en cómo te ha afectado a ti la muerte de tu padre o tu madre.

   A veces el dolor puede llegarte como olas que van y vienen y luego rompen cuando menos te lo esperas. Esto también es normal, aunque ya hayan pasado varios años. Ahora bien, ¿cómo sobrellevar el dolor que sientes?


Algunas sugerencias


   No contengas las lágrimas. Llorar ayuda a aliviar el dolor. Pero quizás te pase como a Alicia, que tenía 19 años cuando perdió a su madre. Ella confiesa: “Temía que los demás pensaran que me faltaba fe si exteriorizaba mis emociones”. No obstante, Jesucristo “cedió a las lágrimas” cuando murió su querido amigo Lázaro, y eso que era perfecto y tenía mucha fe en Dios (Juan 11:35). De modo que no temas desahogarte llorando. Las lágrimas no son sinónimo de falta de fe. La propia Alicia añade: “Finalmente rompí a llorar. Lloré mucho; todos los días”.

   Procura vencer los sentimientos de culpa. “Siempre iba al cuarto de mamá para darle un beso de buenas noches. Pero un día no lo hice, y a la mañana siguiente falleció —dice Karina, que tenía 13 años cuando murió sumadre—. Por extraño que parezca, me siento culpable por no haber ido a verla aquella última noche y por todo lo que sucedió al otro día. Papá nos había pedido a mi hermana y a mí que estuviéramos pendientes de ella porque él tenía que salir en un viaje de negocios. Pero nos levantamos tarde, y cuando entré en su dormitorio, mamá ya no respiraba. Me sentí muy mal, pues ella estaba bien cuando papá se fue.”

   Puede que Karina tuviera remordimientos como “Si tan solo le hubiera pedido a papá que llamara al médico” o “Si tan solo hubiera ido antes a ver a mamá”. Es posible que tú también te sientas un tanto culpable por las cosas que no hiciste y que te tortures pensando “Si tan solo hubiera hecho esto o aquello”. En tal caso, recuerda que son sentimientos normales. De haber sabido lo que iba a pasar, habrías actuado de otro modo, pero no lo sabías. Así que no te condenes. Tú no tienes la culpa de lo que sucedió.

   Abre tu corazón. Proverbios 12:25 dice: “Las palabras de aliento [...] traen alegría” (La Palabra de Dios para Todos).Si te encierras en ti mismo te será más difícil sobrellevar el dolor. En cambio, si le abres tu corazón a un confidente, recibirás “las palabras de aliento” que tanto necesitas. Trata de hacer lo siguiente.

   El dolor puede llegarte como una ola que rompe cuando menos te lo esperas

   Habla con tu padre o madre superviviente. Aunque esté atravesando el dolor de haber perdido a su cónyuge, querrá ayudarte. Cuéntale cómo te sientes. Seguro que esas conversaciones te consolarán y estrecharán la relación entre ambos.

Como ayuda para empezar la conversación, anota dos o tres cosas que te gustaría saber de tu difunto papá o mamá, y pregúntalas.


   Habla con algún allegado. La Biblia dice que un amigo verdadero es como “un hermano nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17). “A veces la ayuda te viene de quien menos lo esperas —comenta Alicia—. Así que no te retraigas de hablar.” Hay que reconocer que al principio quizás ni tú ni tu amigo encuentren las palabras adecuadas, por lo que esas conversaciones pueden resultar un poco incómodas. Pero a la larga te hará bien exteriorizar el dolor. David, que solo tenía nueve años cuando su padre falleció de un ataque al corazón, reconoce lo siguiente: “Me encerré en mí mismo. Ojalá no hubiera sido tan reservado. Habría sufrido menos”.

   Habla con Dios. Verás como te sientes mucho mejor cuando le abras el corazón a Jehová (Salmo 62:8). Pero no pienses que la oración es solo una especie de tratamiento milagroso. Ten presente que con ella nos dirigimos al “Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación” (2 Corintios 1:3, 4).

   Uno de los medios que Jehová utiliza para consolar es su espíritu santo, el cual nos concede “poder que es más allá de lo normal” (2 Corintios 4:7). Él también nos ofrece “el consuelo de las Escrituras” (Romanos 15:4). Por tanto, pídele que te dé espíritu santo y dedica tiempo a leer las animadoras palabras que se hallan en la Biblia (2 Tesalonicenses 2:16, 17). ¿Por qué no elaboras una lista de textos bíblicos que te resulten consoladores?

ESCRIBE UN DIARIO

Una joven escribiendo un diario
Hacer algunas anotaciones sobre tu difunto padre o madre puede ayudarte a sobrellevar la dolorosa pérdida. A continuación te ofrecemos algunas sugerencias que te pueden servir.
  • Haz una lista de recuerdos agradables.
  • Escribe lo que te gustaría haberle dicho.
  • Imagínate que tienes un hermano menor que está luchando con sentimientos de culpa. Anota lo que le dirías para consolarlo. Esto te ayudará a ver con más claridad tus propios sentimientos.

¿Dejaremos de sufrir algún día?

   El dolor de perder a un ser querido no desaparece de la noche a la mañana. “No se supera así como así —dice Mónica, cuya madre falleció cuando ella tenía 16 años—.Hay noches en las que lloro y lloro hasta quedarme dormida. Otras veces procuro no centrarme en la ausencia de mi madre, sino en lo que Jehová tiene preparado para nosotras en el Paraíso.”

   La Biblia nos garantiza que en el Paraíso que menciona Mónica, “la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor” (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Si meditas en esas promesas, verás como tú también puedes sobrellevar mejor la muerte de uno de tus padres.

PARA LOS PADRES

   La muerte del cónyuge es una experiencia muy dolorosa. Pero además, su hijo adolescente necesita ahora toda la ayuda que usted le pueda dar. ¿Cómo aliviar su dolor, sin relegar el que usted también siente?*
Resista el impulso de ocultar sus sentimientos. Su hijo ha aprendido muchas de las lecciones más valiosas de la vida observándolo a usted. Aprender a sobrellevar el dolor no será la excepción. De modo que no piense que tiene que hacerse el fuerte ocultándole sus sentimientos. Con eso solo conseguirá que él haga lo mismo. En cambio, si usted expresa su dolor, él aprenderá que es mejor exteriorizar los sentimientos que reprimirlos, y que es normal sentir tristeza, frustración o ira.
Anime a su hijo adolescente a que se exprese. Sin presionarlo, pídale que le abra su corazón. Si no parece muy dispuesto a hacerlo, lea con él este artículo. Háblele también de los gratos recuerdos que guarda de su cónyuge. Admita que se le hará difícil seguir adelante con su vida. Si su hijo le oye expresar sus sentimientos, querrá hacer lo mismo.
Reconozca sus limitaciones. Es natural que desee brindarle apoyo constante a su hijo durante estos momentos difíciles. Pero no olvide que usted ha sufrido la inmensa pérdida de su amado cónyuge y que, por tanto, no tendrá la misma fortaleza emocional, mental y física durante un tiempo (Proverbios 24:10). Así que tal vez necesite la ayuda de otros familiares adultos y amigos maduros. Reconocer las limitaciones es propio de personas sensatas y maduras. Proverbios 11:2 dice que “la sabiduría está con los modestos”.
   Pero la mejor ayuda procede del Creador, quien promete a sus siervos: “Yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu diestra”. Y añade: “No tengas miedo. Yo mismo ciertamente te ayudaré” (Isaías 41:13).

*  Para simplificar la redacción, nos referiremos al huérfano utilizando el género masculino, aunque los principios aquí analizados son aplicables a ambos sexos.

Extraída de ¡Despertad! de agosto de 2009

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